sábado, 17 de septiembre de 2011

Reconciliación

Creo que me he vuelto a enamorar de ella. El pueblo me trae muchos recuerdos, buenos y malos, pero hoy nos hemos reconciliado. El mar por todas partes... Ahora están en calma: el mar y el pueblo (y yo con ellos). Se acabaron las vacaciones de la mayoría y ya no se escuchan gritos de niños por todos lados y  no huele a bronceador de coco.... Sólo el mar, el sonido de su choque con las piedras de mi L y el olor de la cerveza fresquita. La marea llena, el sol de frente, una ligerísima brisa... (no siento frío). Bajo por las rocas y me meto en el agua.
Me enamoré desde la primera vez que me hizo sentir así de bien. Hoy me ha devuelto esa sensación y mientras siga siendo así, no voy a ponerle los cuernos con otra.
Me encanta nadar, agotarme y luego permanecer flotando sin pensar. El agua me mece y me relajo como con nada ni nadie. Siempre intento sacar una pierna y mantenerla lo más estirada posible -mientras floto, digo-...(y lo hago desde pequeña aunque sea un poco raro).  Luego me vuelvo a relajar: el sol, el eco del fondo del mar, la sal, el ligero roce del agua por las partes de mi cuerpo no sumergidas...y esa sensación tan placentera. Me gusta ir con  Lauro y hacer carreras de natación, o con Dani, o con los dos (aunque me vuelvan  un poco loca con sus fotos, sus historias y acabe achicharrada por culpa del aceite de mi querido amigo...). O sola.

(Si no existe, creo que hoy  he inventado el burlesque acuático... al menos, si no es ninguna novedad, he hecho reír a carcajadas a una señora mayor que nadaba con gorrito)

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