miércoles, 29 de diciembre de 2010

Hacia el camino de la construcción

____DESTRUCCIÓN: Dícese de algo casi imposible de reconstruir. Ruina, asolamiento, pérdida…

 Después de casi una década he recuperado mi afición por  visitar al señor pozo. Nos hemos reencontrado hace sólo unos meses. Lo amo y lo odio, lo detesto y lo adoro. No puedo vivir sin él y me  doy asco por ello. A veces sólo lo rodeo. A veces me subo y camino de puntillas sobre su borde. Es como un preámbulo: doy vueltas en círculo una y otra vez haciendo  equilibrios para no resbalar. Siento el peligro  y me gusta. Otras veces-cada vez con más frecuencia- soy  valiente y  traspaso el miedo. Abandono la superficie y me lanzo de cabeza. ¡Quiero  rozar el suelo pero todavía no lo consigo!, ¿qué más tengo que hacer? Si consiguiera llegar a lo más profundo creo que podría empezar a remontar. Quizá sea eso lo que busco cuando me acerco al pozo.  A veces pienso que si me tirara con todas mis fuerzas  lograría de una vez por todas llegar hasta donde no se puede excavar más. Igual allí abajo me enfrentaría a las dos opciones posibles: quedarme  para siempre  o subir de una puta vez. En  mis ensoñaciones me imagino sola, en medio de una negrura aterradora (creo que el pánico que le tengo a la oscuridad podría convertirse en una novela que probablemente nunca termine).   Me visualizo subiendo poco a poco, aferrándome  a las piedras que sobresalen de las paredes. Una mano, un pie, la otra mano, el otro pie… y así, lentamente, comienzo a acercarme a la superficie.  Aunque estoy agotada, ese pequeño puntito blanco de luz que cada vez se hace más grande me anima a trepar con más furia. Sigo subiendo, me impulso, me araño, me dejo la piel en esas jodidas piedras de lava, me transformo en una escaladora profesional…  Sueño con lograrlo, con salir a la superficie y  reencontrarme con la luz del sol (o de la luna). Lo deseo con todas mis fuerzas.

Pozo= pre-destrucción